Pasaje de invierno

   El cielo es azul, cenizo, miedoso, como si hubiese tenido un gran susto y no se acabase de reponer del todo. Ni siquiera tiene nubes que lo tapen y camuflen su lividez. Camino por árboles tiesos y expuestos, despojados hasta la última hoja. Se miran como peleles huecos y lobotomizados porque se han olvidado de que son árboles y se han quedado allí pasmados esperando a que un rayo venga a recogerlos. Y sin embargo, a lo lejos en el horizonte hay vida y colores y pienso que todo es cuestión de tiempo y espacio, que la perspectiva siempre guarda los mejores momentos a una distancia prudencial para que puedas disfrutarlos. Pero sigo andando y las sombras se alargan y los árboles te miran menos y el horizonte se convierte en una boca seria y rígida sin intención de soltar ninguna palabra. En su línea muestra los colores y las formas de una realidad tan distinta que parece otro planeta. Me resigno y renuncio a cualquier tipo de comunicación. Dejo que el silencio abra el camino y me guíe al futuro. 

Pintura de David Romero Pedreira

Comentarios

  1. Muchas gracias. El silencio es un buen consejero, cierto. Pero siempre es mejor poder compartir también otras perspectivas. No dejes de comunicarte, ni con ese silencio que te aconseja.

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